Francisco Fuentes, líder Piaroa

Francisco Fuentes es sin duda uno de los líderes que más ha trabajado por el desarrollo de la educación escolarizada entre los Piaroa en Colombia.

En la década de los 80 actuó como acudiente de los jóvenes que fueron a cursar bachillerato en la misión de Santa Teresita del Tuparro y que conformarían la primera generación de profesores piaroa. Luego, con otros líderes, promovió la creación de escuelas en el propio territorio las que posteriormente asumiría la Secretaría de Educación del Vichada.

Ha participado como sabedor en los proyectos de desarrollo del modelo de educación propia y de diseño curricular suscritos entre la Fundación Puruna y el Ministerio de Educación Nacional. Sus contribuciones van desde la explicación de los principios que rigen las técnicas de construcción, la elaboración de artesanías, las tradiciones culturales, la narración de mitos de origen o cuentos y fábulas como enseñanza para los niños y jóvenes.

Hoy Francisco vive sobre el Caño Matavén, en la comunidad que fundó hace 40 años, La Urbana, con varios de sus 21 hijos, 74 nietos y 24 bisnietos. Desde allí, hoy sigue guiando a su familia y a su pueblo con su consejo, y defendiendo el respeto por la cultura y por el territorio, a través de sus historias.

A continuación transcribimos su historia de lapa y cachirre:

LA LAPA Y EL CACHIRRE

Desde siempre , los niños acostumbran ir a pescar, caminar y correr de arriba a abajo. Fue así como el hijo de Lapa y el hijo de Cachirre se encontraron cierta vez a orillas de un caño. En aquella ocasión, el hijo de Lapa, hablando con la fuerza de su papá, dijo a Cachirre:

― Usted es feo, ¡pero lo que se dice feo! Está lleno de escamas y de morros en el lomo.

El babo apenas respondió:

― Sí, lo sé. Soy muy feo.

― ¡De verdad que lo es! ―continuó la lapa―. Voy a contárselo a mi papá… Y la pequeña lapa fue a su casa a dar la novedad.

― Ese babo que me encontré es feo con ganas. ¡Hasta me da asco mirarlo! ―declaró.

― ¿Pero por qué? ―dijo el papá Lapa―. Él es primo suyo, ¿por qué va a tenerle asco? Nació como es y tiene que ser así, igual que usted. También tiene su gracia, su carácter.

Entre tanto, Cachirre fue así mismo a contar lo sucedido a su papá.

― Ese primo mío me trató de feo ―comentó.

―¿Ah, sí? Pues está bien ―respondió el papá Cachirre―. No se preocupe por lo que su primo le dice, piense mejor en el modo de sacarle provecho. Voy a enseñarle a tender una trampa para comérselo, una clase de trampa que sirve para agarrar lapas. Mire bien cómo la pongo, y cuando él caiga, venga a comer.

Cachirre chiquito y su papá partieron y al cabo de un tiempo llegaron al punto del caño donde había tenido lugar el encuentro con Lapa. Una vez allí, el papá Cachirre se acomodó en la orilla con la boca abierta. Poco después llegó la Llapita, y descuidadamente se acercó hasta la boca del papá cachirre. Al entrar, la boca se cerró de golpe.

― ¿Qué le pasó? ―preguntó.

― Que caí en una trampa ― dijo Lapa―. ¡Ayúdeme a soltarme!

― ¿Se acuerda de lo que me dijo la vez que nos encontramos? ―respondió Cachirre―. ¿Recuerda que me dijo que yo era muy feo? Pues los feos somos así, cazamos así como yo lo agarré a usted.

― ¡No! ¡Suélteme, por favor, que yo quiero vivir!

― No. ¡Usted no va a vivir más!

Y sin más demora, el joven Cachirre y su papá devoraron a Lapa.

― ¡Así somos los feos!

Esa clase de trampa se llama kuwai-ütjorä.

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Julián Lobo-Guerrero